El ecosistema mediático se construye con base al conjunto de medios que lo conforman y que difunden la información que ha sido diseñada para la audiencia objetivo, es decir, para el público al que se destina. Se trata de receptores que están presentes en la mente de los productores cuando elaboran el mensaje.
A lo largo de la historia más reciente, principios del siglo actual y dos últimas décadas del pasado, se ha asistido a la inmersión del mundo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación «TIC». Este hecho supone la inclusión de la información en un mercado donde la venta comienza a ganarle terreno a la propia información. La importancia de los medios de comunicación entendidos, según Turrow (2009), como formas de producción y distribución de la información, radica en que se requiere de una audiencia capaz de actuar de forma independiente y autónoma ante los contenidos mediáticos. Sujetos autónomos a los que actualmente denominamos interlocutores, es decir, receptores capaces de analizar de forma crítica los contenidos que reciben.
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